Goval

Nos recibe hospitalariamente en su casa de la calle Imágenes brindándonos asiento en el un sillón Wassily diseñado por la Bauhaus, escuela artística a la que admira.

José Antonio Gómez Valera nos confirma el origen de su nombre artístico: las primeras silabas de sus apellidos, algo muy común entre los jóvenes de su generación y que ha vuelto a ponerse de moda en estos tiempos gracias a Internet.

Goval nació y se crió en Linares, donde desde muy joven trabajó en la Factoría Santana, en la que comenzó como aprendiz. Sus inquietudes personales, sociales y artísticas le condujeron hacia los estudios universitarios y éstos a la docencia, que ejerció primero en la provincia de Almería y actualmente en Córdoba, donde ejerce como profesor de Dibujo en la Escuela Superior de Arte Dramático.

Está ligado al barrio de Santa Marina desde que el 15 de mayo de 1990 compró una vieja casa que derribó y sobre la que levantó la actual, diseñada por él mismo. Del barrio le gusta todo, hasta el punto de que nos ha costado trabajo que señalara algo negativo. El trazado de sus calles es lo que más aprecia; ese trazado que hace posible todavía que en muchas de ellas puedan jugar los niños como él lo hacía en su pueblo. Hecha de menos un centro cívico, aunque su casa actúa a menudo con esta función, pues en su patio se reúnen los vecinos para preparar las intervenciones que anualmente llevan a cabo cada mes de mayo y que cada vez atraen a más público. La de este año estará dedicada a la crisis, como podemos ver en el blog de la calle Imágenes.

“No pretendo cambiar el mundo, pero tampoco distraer” es la frase que domina la conversación cuando hablamos de su arte, aunque su obra resulta siempre muy reivindicativa.

Sabemos que le han ofrecido proyectos de envergadura, pero Goval los rechaza porque prefiere el universo de lo cercano, de lo abarcable. Como el de las niñas que mientras hablamos corretean por el patio; o el de los vecinos del barrio. Un universo de escala gratamente humana.