domingo, 29 de septiembre de 2013

Ruta Espacios en Desuso: sábado 5 de octubre, 12 horas


El próximo sábado 5 de octubre y en el espacio tras el ábside de la iglesia de Santa Marina, se iniciará un recorrido por seis grandes espacios en desuso en la Axerquía. Se trata de dar a conocer estos espacios desaprovechados y también de reivindicar su uso en unos momentos en que los grupos más desfavorecidos sufren graves carencias.

Los seis espacios son:

            -El solar tras el ábside de Santa Marina
            -Las casas nº 4 y 5 de la plaza de San Agustín
            -El solar del antiguo cine Magdalena
            -El antiguo cine Andalucía
            -Casa para la igualdad
            -La Escuela infantil Félix Ortega

Cada uno de esos seis espacios será comentado por una persona perteneciente a alguno de los colectivos convocantes. Al final del recorrido, que pretende ser también un paseo de convivencia, habrá comida compartida (o “de traje”) con lo que cada cual lleve, en el bar El Enreo, en la plaza del Vizconde de Miranda.


Más información: ESPACIOS  EN  DESUSO


lunes, 2 de septiembre de 2013

LOS PICONEROS (Notas cordobesas I)



El segunda tema que traemos de la obra de Ricardo es Montis trata de los piconeros:

"El tipo más característico de Córdoba, el único genuinamente cordobés que, como casi todo lo clásico de nuestra tierra ha desaparecido ya, era el piconero.

En nada se parecía al resto de sus paisanos; diferenciábase de ellos en los usos, en las costumbres, en el traje y hasta en la manera de hablar.

Pudiera decirse que pertenecía á otra raza; á una raza de noble y limpia ejecutoria, formada por aquellos héroes que, obedientes á las órdenes del piconero Jurado Aguilar, cuyo nombre perpetúan la historia y una de las calles del barrio de Santa Marina, cooperaron eficazmente á la derrota de don Pedro I de Castilla cuando […] protegidos por la oscuridad de la noche, penetraron entre las avanzadas enemigas dispuestas en el Campo de la Verdad para el asalto, y las obligaron á huir merced á una estratagema admirable: la de herir con los hocinos á los caballos en los corvejones, sin hacer ruido, arrastrándose en el suelo como reptiles a fin de no ser vistos, para que cabalgaduras y jinetes cayeran en un confuso montón, hecho inaudito, por el cual se concedió el dictado de ilustres no sólo á los individuos que lo realizaron sino á todos sus descendientes. […]

Los piconeros habitaban exclusivamente dos barrios de Córdoba: los de Santa Marina y San Lorenzo. […]

Solían tener motes ó apodos, algunos de ellos heredados de sus padres, que casi constituían sus nombres propios.

Pocas personas sabrán cómo se llamaban el Pilindo, el Manano, Botines y el Retor. […]

En todos sus apuros y aflicciones acudía  á dos Rafaeles: primero á San Rafael, del que era devotísimo; después a Rafael Molina, aquel gran torero de imperecedera memoria […]

En un invierno crudísimo el inolvidable torero cordobés regala una capa al Manano que tiritaba envuelto en una especie de tela de araña, llena de rajones y zurcidos.

Después de hecho el regalo propuso á dos amigos que una noche, cuando el Manano se retirase á su casa, le salieran al encuentro y le quitaran la flamante prenda.

Los amigos del maestro se apresuraron  á poner en práctica la idea; en una de las calles más solitarias del barrio de Santa Marina aguardaron al piconero y, armados de dos monumentales pistolas; acercáronsele pronunciando esta frase terrible: la capa ó la vida.

El Manano, con mucha sangre fría, desembozóse y entregó la pañosa á los individuos en cuestión, que se apresuraron á cogerla y á emprender la fuga.

Al verles correr; el piconero empezó a gritar: ¡eh, amigos, aguárdense un poco!

Detuviéronse un momento los simulados ladrones y entonces su víctima añadió: es que les voy á dar dos cuartos pa jilo.

Ya habrán supuesto los lectores que llevaba la capa vieja. […]

¿Quieren los lectores saber el origen del apodo de Retor?

Este individuo, cuando llevaba la derecha por la calle, no cedía la acera más que al cura de Santa Marina.

Una vez, en que había bebido algunas copas de más, encontró un enorme perro que caminaba despacio en dirección opuesta á la de nuestro hombre, por la derecha de este.

El piconero quiso echarlo á fuera de las baldosas, pero el can se arrimó á la pared y todos sus esfuerzos realizados por aquel para conseguir su propósito fueron inútiles.

En vista de ello, se salió tambaleándose de la acera, hizo un saludo muy respetuoso al animal y exclamó: pase osté, señor Retor.

Desde entonces se quedó con este alias por el que le conocía todo el mundo. […]

Hoy [el piconero] ha perdido todos sus rasgos típicos, es un trabajador como otro cualquiera y de aquel tiempo pasado solo quedan un hermoso recuerdo en las páginas más brillantes de nuestra historia y un nombre, inmortalizado, en una calle del barrio de Santa Marina."

Del tomo I de Notas Cordobesas, páginas 127-134.