domingo, 21 de diciembre de 2008

Ermita del Colodro

La Ermita de los Mártires del Colodro se encuentra en el número 22 de la calle Mayor de Santa Marina, haciendo esquina con la Puerta del Colodro. Posiblemente date del siglo XVI, pero lo que hoy podemos ver pertenece al siglo XVIII.

Se encuentra nuevamente abierta al público desde el 8 de septiembre de 2008, después de más de un año cerrada a causa de unas obras para eliminar la humedad que amezaba al edificio.

Al parecer esta ermita se construyó aquí porque Acisclo y Victoria (los patronos de Córdoba) fueron acogidos y educados en sus cercanías por una mujer llamada Minciana.

En su sobria fachada de cal blanca vemos la puerta enmarcada en piedra por un arco de medio punto entre pilastras que sostienen un frontón con un escudo, rematado por un óculo (ventana circular).

Su interior es de reducidas dimensiones, con una única y corta nave divida en dos tramos abovedados. El tramo más cercano a la cabecera está cortado por una cancela que reserva un espacio de la nave a las religiosas de clausura. A continuación la cabecera, lugar del altar, cubierta por una cúpula elíptica sobre pechinas.

El altar mayor contiene dos pinturas que representan a los mártires San Acisclo y Santa Victoria. Los realizó Cristóbal Vela para la catedral pero fueron colocados aquí en el siglo XVIII cuando se reestructuró la ermita. Entre las dos pinturas hay una escultura de la Virgen realizada por Valverde Luján, quién para su realización siguió las propuestas de la fundadora de la orden que custodia la ermita desde 1959 (las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada). Las vidrieras también datan de las reformas llevadas a cabo en 1959.

Ramírez de Arellano, en sus Paseos por Córdoba, nos sorprende informándonos de que “en esta iglesia estuvo la hermandad del Resucitado de Santa Marina por lo que cuando sale en procesión llega siempre hasta su antigua casa.”

Y también nos detalla sobre los mártires y esta ermita:

“La historia de estos mártires es interesante, y aunque en extracto, la diremos a nuestros lectores cuando lleguemos al sitio en que estuvo su principal templo, al final del paseo de la Ribera. Aquí debemos concretarnos a manifestar que por la tradicional creencia de haber estado en este punto la casa habitación de una pobre mujer llamada Minciana, que educó y tuvo en su compañía a los jóvenes Acisclo y Victoria, la devoción de los cordobeses hacia éstos les hizo edificar una gran iglesia que a fuerza de años quedó destruida.
Después de la conquista construyeron en el mismo lugar una pequeña ermita en que apenas cabrían doce personas; no sabemos cómo vino a ser de un hombre llamado Jerónimo Godino, quien en 1516 la cedió a la cofradía de los mismos mártires, establecida frente a Santiago, por la que fue reparada, y con posterioridad, a fines del siglo XVII, la edificaron en la forma en que la hemos conocido. Muchos años estuvo al cuidado de una numerosa y escogida hermandad titulada de Nuestra Señora del Auxilio, que está en el manifestador, y los Santos Mártires, la que se disolvió a fines del siglo XVIII, quedando la iglesia tan abandonada que llegó a creerse desaparecería.
Mas un vecino de aquel barrio llamado José Fernández, a quien todos conocían por Pepito el Carnerero, a causa de haber hecho gran fortuna en la compra y venta del ganado lanar, se apiadó de la ermita de nuestros santos patronos y no sólo la reedificó y le hizo cuanto para el culto necesitaba, sino que teniendo noticia de que a la parroquia de la Ajerquía le habían dado cuatro casas procedentes de otra iglesia de San Acisclo y Santa Victoria, que se suprimió, frente a Santiago, las reclamó al señor obispo, quien lo atendió y concedió las cuatro fincas que reclamaba, cuyas rentas debían dedicarse al culto de los mártires, como lo fueron hasta la desamortización de los bienes eclesiásticos.
La iglesia es de una sola nave no muy extensa ni elevada; en el altar mayor se ven dos lienzos que representan a los titulares, obra de Cristóbal Vela, quien los pintó para la Catedral, y habiendo preferido el Cabildo otros de Palomino, los cedió a esta iglesia, donde sustituirían a otros que ya no están allí, pues los de bulto que se ven eran los que estaban en la ya citada de Santiago. Hay otros dos altares dedicados a San Rafael y San Antonio y en las paredes otras varias esculturas y cuadros. La bóveda está pintada al claroscuro.”

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